Hay hombres que luchan un día
y son buenos.
Hay otros que lucha un año
y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años
y son muy buenos.
Pero hay los que lucha toda la vida:
esos son los imprescindibles.
Bertolt Brecht.
Compañeros quiero compartirles esta historia que en lo
particular me pareció excelente y valoremos la libertad que poseemos y nunca
perdamos la esencia que es la que va a perdurar asta el final y aun después,
"SOMOS DUEÑOS DE NUESTRA PROPIA VIDA Y DESTINO"
Érase una vez un pájaro, adornado con un par de alas
perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animal
hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase. Un
día, una mujer lo vio y se enamoró de él. Se quedó mirando su vuelo con la boca
abierta de admiración, con el corazón latiéndole más de prisa, con los ojos
brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el
cielo en completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.
Pero entonces pensó: " Tal vez quiera conocer algunas
montañas distantes!. Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca
más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar
del pájaro.
Y se sintió sola.
Y pensó: " Voy a poner una trampa. La próxima vez que
el pájaro venga, no volverá a marcharse".
El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al día
siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.
Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto
de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban: Eres una persona
que lo tiene todo.
Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación:
como tenía al pájaro, y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés.
El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue
consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, y ella ya no le prestaba
atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.
Un buen día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste, y no
dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba solo el día que
lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.
Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la
emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en
movimiento, no su cuerpo físico.
Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte
vino a llamar a su puerta. "¿ Por qué has venido?" le preguntó a la
muerte.
"Para que puedas volar de nuevo con él por el
cielo" respondió la muerte.
Si lo hubieses dejado partir y volver siempre,
lo admirarías y lo amarías todavía más; sin embargo, ahora necesitas de mí para
poder encontrarlo de nuevo.LIBRO 11 MINUTOS.
Paulo Coelho.
DIANA NAVARRO.
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